Inspirado por el ensayo
corto de Jorge Luis Borges
“Profe y Yo”
El otro, el Profe, es él que va a la escuela. Yo juego con mi equipo de fútbol los fines de semana, y corro y grito tras el balón; él tiene que responder al sonido metálico de los correos electrónicos y sentarse sosegadamente en las reuniones de profesores. Me gusta viajar, cantar en el coche, y beber un café el sábado de la mañana en la terraza silenciosa mientras todos duermen en la casa.
El otro también hace estas cosas, pero ese Profe es vanidoso: publica todo en Facebook en la espera de que sus amigos digan que “les gusta" su estado.
No es que no nos llevemos bien Profe y Yo. Es por él que tengo todo: el coche, la casa, y el privilegio de trabajar con estudiantes maravillosos todos los días. Sin embargo, a veces, siento que el Yo se me ha deslizado un poco, que me he perdido algo esencial.
Sé que mis estudiantes se graduarán, y algunos viajarán: irán a Argentina, o a Marruecos, a la luna, pero Profe se quedará aquí, año tras año, enseñando estudiantes nuevos la misma materia: el pretérito indefinido, los usos depara y por.
Tal vez recordarán de la lección cuando pidan su comida una tarde bulliciosa en Buenos Aires, sentados en el café La Giralda. Dirán, “el café es para mí” y desde Chattanooga, Tennessee, sonreiré. ¿Es que el Profe vive en mí o es que el Yo vivo en él? No sé cuál de los dos escribe esta página.