martes, 29 de junio de 2010

Un Crucero para atrevidos




El 20 y 21 de Junio - El último día en Barcelona llegó muy rápido. En los EE.UU., habíamos decidido ir en crucero antes que comience el programa académico en Salamanca. El crucero iba a salir del puerto de Barcelona a las 5 de la tarde, aunque mi mujer tenía la impresión de que el barco en realidad no saldría hasta el 7 (aunque el señor que nos llevó las maletas abordo nos dijo "es importante que estén aquí por lo menos a las cuatro y media" Así que dejamos nuestro equipaje a eso de las 11 por la mañana y luego encontramos un autobús para volver por el puente hacia Las Ramblas en la ciudad de Barcelona.



Finalmente cedé andar en el “bús "turístic" después de haber caminado demasiado durante los últimos tres días. Fue una buena decisión en muchos sentidos porque nos dio la oportunidad de ver los barrios que nunca hubiéramos sido capaces de explorar a pie, y obtuvimos una impresión superficial real de la ciudad—pintando con brocha gorda de un punto de vista del techo del autobús.

Bajamos a caminar varias veces, especialmente en l'eixample, y disfruté mucho de la experiencia. A eso de tres de la tarde, cambiamos a otra ruta que iba hasta las montanas alrededor de la ciudad al monte Tibitabo. Cerca de las cuatro, empecé a pensar: "Seria mejor que volvamos .." y alrededor de las 4:30 estábamos en el Camp Nou bien lejos del puerto y decidimos bajarnos del autobús y probar nuestra suerte con el metro para volver a tiempo para abordar al barco.

Así regresamos a Las Ramblas en 25 minutos, que es un tiempo increíble para cubrir esa distancia el domingo. Mientras salimos corriendo lo más rápido posible a través del puente hacia el puerto, vimos el barco deslizándose lentamente al mar.



Nuestras bolsas viajaron en crucero y nos quedamos atrás. Así que localizamos un taxi para llevarnos hasta el aeropuerto y compramos tres boletos para un vuelo a Niza, la ciudad más cerca de Mónaco, la próxima parada del barco. Viajamos aquella noche y llegamos a Niza a la medianoche donde encontramos alojamiento en el "Hotel Interlocken ", frente a la estación de tren y arriba de una buena institución que se llama “diablo rojo” y está decorada con siluetas de mujeres en posiciones provocativas y está abierto desde las 11 de la noche.-hasta las 5 de la madrugada.



Pero lo bueno es que sólo costó 60 euros para los tres. La sala tenía una hermosa vista de la estación de tren, una colcha de leopardo y las paredes pintadas de rosa y morado. Dormimos unas seis horas y nos levantamos para coger el primer tren a Mónaco. Al llegar a Mónaco, no pudimos encontrar la manera de salir de la estación de tren, y nadie ha oído hablar del puerto o cómo llegar hasta allí. Como Monte Carlo es un pueblo muy pequeño y puede ver el puerto desde cualquier punto de la ciudad este nos parecía extraña. En respuesta a alguna de nuestras preguntas los franceses respondieron invariablemente "je ne c'est pas" o simplemente una gran aspiración "bowh". Finalmente decidimos simplemente caminar cuesta abajo hasta llegar al océano y llegamos hasta allí.



El barco llegó un poco más tarde de la hora prevista debido a que había regresado a Barcelona a las 20:00 de la noche anterior para una emergencia médica (aargh!). Por eso nos quedamos en la ciudad y encontramos comida rica en un supermercado local. La ciudad de Monte Carlo me parece hermosa pero arrogante, y se resiente tener que complacer a los turistas de los cruceros que duplican la población de la ciudad cuando llega el crucero.

Con eso en cuenta, parece imposible creer que las ciudadanos de Monaco realmente no tengan idea de que el puerto o las naves son. La ciudad me recuerda a una señora de edad que en el pasado era muy rica pero que ahora vive a la seguridad social. La ciudad, con sus restaurantes de lujo y yates relucientes, parece una señora que, a pesar de que su esplendor personal ha desaparecido, todavía usa sus perlas y chaqueta de peludo para caminar con su Chihuahua en Fifth Avenue todos los días.

Al fin llego el nave. Hemos sobrevivido, un poco más ligero en la billetera y agotados, pero fue bueno saber que si trabajamos juntos podemos resolver cualquier reto que nos desafíe.



el 22 de junio – Llegamos a los muelles en la ciudad de Livorno, una hora y media en tren desde Firenze. Nos sentamos en el tren con un señor muy agradable que se llamaba Mauro, quien nos dijo que era pescador, pero que ahora el mar era demasiado sobrepescada y demasiado contaminada para producir buen mariscos como antes. Hablamos sobre la familia, envejecimiento, culturas antiguas, italiano, las mejores ciudades para visitar en Italia (la lista fue muy larga), la Guerra, y, por supuesto, el fútbol, todos temas de la que fue totalmente apasionado.



¡Qué alegría me dio encontrar un hermano de mentalidad a través del idioma, la geografía y la cultura. Caminamos por la ciudad y tratamos de absorber tanto la ciudad como sea posible en el poco tiempo que tuvimos. Mi esposa caía la baba en los zapatos y bolsos de mano, y nos maravillamos de la Catedral y el Gelato. Y mejor de todo, llegamos para la salida del crucero.



23 de junio - Fuimos a Roma a ver el Vaticano. Tomamos el tren desdeel puerto en Civitavecchia a Roma y me bajé en la estación de San Pietro. Es asombroso ver la cantidad de la inversión se ha llevado a la ciudad y la iglesia que le dio mucha vida. Cuando se está en la plaza de San Pedro y piensa en cómo hubiera sido para un peregrino en el siglo 12 que probablemente sólo habia visto el más humilde de las viviendas en su vida-- para el, estar en este lugar y maravillarse ante la magnitud de la obra tuviera que ser realmente impresionante. El equivalente moderno me hace pensar en Las Vegas-que es como una Vaticano Bizarro- el anti-vaticano. Claro, Las Vegas tiene grandes edificios, pero estas fueron construidas en días en vez de siglos, y por cientos de hombres en lugar de miles. El Vaticano está imbuido de una energía completamente diferente: en lugar de admiración y devoción, Las Vegas es un lugar del deseo y el hambre. La realidad, sin embargo, es que la iglesia ha hecho malas decisiones en los últimos años, y resulta que en estos días disminuya mucho la devoción (especialmente en Europa), y el primero (el vaticano) llega cada vez más a parecerse a la segunda (Las Vegas).




Así que mientras volvíamos a la estación de tren, los EE.UU. e Inglaterra estaban jugando sus terceros partidos y posiblemente las últimas, pues ninguno habia sido capaz de lograr más de un par de empates en sus partidos anteriores. Me asomo la cabeza en las tiendas allí y allá y preguntaba por la puntuación a medida que viajamos y se veía bien para Inglaterra-seguros en su camino a la ronda de 16 con una línea marcada por 2-0. Los EE.UU., sin embargo, estaban al punto de la muerte con el 0-0 ante Argelia. Así que estábamos en una tienda y el partido viene desde la radio, y estan a los 90 minutos y el juego es para terminar.





Así que estoy tratando de comunicarme con el tendero del progreso del equipo, y usamos italglish en ambos lados, y él comenta que los EE.UU. tiene mucho, "…’art” cuore (y toca el corazón con la mano). Y fue entonces cuando Donovan marco un gol en el minuto 90, y el locutor en la radio se vuelve loco, y no podemos creerlo. Escuchamos a los últimos dos minutos de tiempo extra y luego caminamos nerviosamente feliz regreso a la estación, sin saber que los Estados Unidos va a perder el próximo partido ante Ghana luego en la semana.



24 de junio - Al día siguiente vamos a Napoli, y finalmente tengo la oportunidad de experimentar el tesoro más magnífica de Italia: la gente italiana. Desgraciadamente, en Florencia y Roma sólo tuvimos tiempo de visitar las más famosas de los lugares como el Duomo y el Vaticano, que son lugares que la mayoría de los italianos parecen evitar a finales de junio, cuando se inunda la ciudad con gente como nosotros: los turistas perdidas y con brazos que salen en momentos inoportunos con cámaras, bolsos, y codos. Napoli está situado en un puerto y fuimos capaces de entrar directamente en la ciudad sin prisas y dar un paseo por todos los callejones estrechos de la ciudad cubiertos de lavandería y banderas italianas, y fue un placer caminar por los bulevares llenos de gente hermosa y expresiva y tiendas de diseñadores derecho junto a tiendas de descuento. Fue maravilloso comprar Panini y pizze de vitrinas a lo largo de la carretera, y más tarde ver el último partido de Italia (y la salida vergonzosa de la copa del mundo) en la magnífica plaza de Garibaldi.



 Fue un día hermoso.





25 de junio, 26-Pasamos un día en el mar tranquilo y competimos con los europeos para mantener sillas cerca a la piscina. Todo el mundo estaba en el barco que el día tratando de asar sus cuerpos bajo el sol mediterráneo.

Por la noche, fue muy divertido ver el partido tercero de la Furia Roja (la selección española) con un grupo de sus simpatizantes en la discoteca del barco. Había un montón de nudillo y morderse las uñas hasta que David Villa anotó un gol espectacular de 45 yardas, seguido por una explosión de alegría Con una combinación de preocupación, esperanza y entusiasmo hasta el fin del partido. Básicamente, el equipo español privó a los chilenos la bola hasta el final del partido, y entonces España pasó a la ronda de 16.



Aquella noche seguíamos viajando, y llegamos a Mallorca a la mañana siguiente, nuestra última parada antes de que el barco regrese a Barcelona, y tendríamos que viajar lo más rápido posible hacia Salamanca. Mallorca fue totalmente relajante-coches que detienen paras que los peatones cruzcen, gente muy paciente y amable-una bonita y antigua ciudad medieval, con callejuelas que bajan a las aguas cristalinas del Mediterráneo. Parecía al hábitat natural de un ser humano: el clima templado, calles limpios y seguros, gente amable, kilómetros pasillos torcidos, buena comida, mucha historia y la cultura local y, por supuesto, el mar. Si gano la lotería en mis años 60, Mallorca será primer en de mi lista de destinos de jubilación.



Viajar en crucero, a pesar de la evidente desventaja de tener muy poco tiempo en el puerto de experimentar profundamente nuestros destinos, ha sido un gran regalo, y me siento muy afortunado por haber podido disfrutar de la experiencia de visitar tantos lugares en un tiempo muy concentrado. Visitar todos los lugares maravillosos que visitamos dentro de una semana es como ver un montaje de imágenes increíbles flash ante los ojos y tratando de asimilar tanta información lo más rápido posible, ya que cada imagen esta sustituida por otra. A mi me deja sin aliento y con hambre y llenísimo todo al mismo tiempo.





June 20, 21--So our last day in Barcelona came far too soon and back in the US, we had decided to take a cruise before by academic program in Salamanca begins. The cruise was due to leave the port of Barcelona at 5 pm, though my wife was under the impression that the boat would not actually leave until 7, even though the guy who took our bags said “be here by four thirty at the latest!” So we went to drop off our bags early at about 11 am and then caught a bus back over the bridge from the port to las ramblas. I finally conceded to ride the “bus touristic” after having walked our legs off for the past three days. It was a great decision in many ways because it gave us the opportunity to see neighborhoods that we never would have been able to explore on foot, and got a real surface impression of the city painting with the broad brush of a view from the top of a bus. E got off to walk several times, especially in l’eixample, and really enjoyed the experience. About three o’clock we switched busses to another route that went way up to Mt. Tibitabo and all through the hills around the city. At about four, I say, “man, we better get back..” about 4:30 we’re only at Camp Nou way far from the port and decide to get off the bus and try our luck with the metro to get back in time to catch the ship. So we make it back to Las Ramblas in 25 minutes which is an amazing time to cover that distance on a Sunday and we get out and are running as fast as we can across the bridge toward the port and we see the ship crawling slowly out to sea. Our bags have gone on a cruise without us and we’re left behind. So we catch a taxi to the airport and are able to get on a flight to Nice, which is close to Monaco, the boat’s next stop. We travel that night and get in to Nice at about midnight where we find lodging in the “Hotel Interlocken” which is across the street from the train station and just upstairs from a fine institution called the “red Devil” which is decorated with silhouettes of women in provocative positions and is open from 11 pm to 5 am. But it’s only 60 Euros for the three of us. Our room has a nice view of the train station, a leopard print bedspread and walls painted in Pink and purple. We slept about six hours and got up to catch the first train in to Monaco. When we get to Monaco, we can’t figure out how to get out of the train station, and nobody has heard of the port or how to get there. Considering that Monte Carlo is a very small town and that you can SEE the port from anywhere in the city this strikes us as strange. In answer to any of our questions in (admittedly) poor French the answer was invariably “je ne c'est pas” or simply a highly aspirated “bowh” and a shrug of the shoulders. Eventually we decided to simply walk downhill until we got to the ocean and got there. The ship arrived a bit later than the anticipated time because it had returned (gasp) to Barcelona at eight pm the night before for a medical emergency, so we wandered around the city and found some excellent food at a local grocery store. The city is beautiful but arrogant, and resents having to pander to the tourists from the cruise ships which double the population of the city when it docks. Having considered this, is seems impossible to believe that people truly have no idea where the port or the ships are. It reminds me of an old lady who was once very wealthy but who now lives on social security. The city, with her fancy restaurants and gleaming yachts, seems like a lady who, though her own personal splendor has faded, still wears her pearls and furs to walk her poodle down Fifth Avenue every day. We got on and crashed out in our room. We have survived, a bit lighter in the wallet and exhausted, but it was great to have the knowledge that if we worked together we could resolve whatever challenge lay before us.

June 22- The boat docks in the town of Livorno, an hour and a half by train from Firenze. We ride in with a really nice guy named Mauro who said that he used to be a fisherman, but now the sea’s too overfished and too polluted to produce much good seafood. We talked about family, growing old, Italian culture, the best cities to visit in Italy (the list is incredibly long), War, and, of course, football, all topics of which he was totally passionate. What a joy to meet like minded people across language and geography and culture. We walked around the city and tried to absorb as much of the city as possible in the little time that we had in the city. My wife drooled over the shoes and handbags, and we marveled at the Duomo and the Gelati. Best of all, we made it back for the ship’s departure.

June 23- We went to Rome to see the Vatican, We took the train in from Civitavecchia to Rome and got off at the San Pietro Station. It’s astounding to see how much investment has been put into the city and the church that gave rise to it. When you stand in St. Peter’s square and think about what it would have been like for a pilgrim in the 12th century who probably has only seen the humblest of dwellings in his lifetime to stand in this place and marvel at the sheer magnitude of the work, it is indeed impressive. The only modern equivalent I can think of is Las Vegas—which is like a Bizarro Vatican. Sure, Las Vegas has bigger buildings, but these were all built in days instead of centuries, and by hundreds of men instead of thousands. The Vatican is imbued with a completely different energy—instead of wonder and devotion, Las Vegas is a place of desire and hunger. The reality these days is that as devotion wanes (especially in Europe); the former comes more and more to resemble the latter.

So we’re walking back to the train station, and the US and England are playing their third and potentially final games, since neither of them have been able to manage more than a couple of draws in their previous games. I poke my head into shops here and there and ask for the score as we travel and it looks good for England—safely on their way to the round of 16 with a 2-0 score line. The US, however, is at a standstill with 0-0 against Algeria. So we are browsing around a shop that has the game coming in over the radio, and it’s the 90th minute and the game looks over. So I’m trying to communicate with the shopkeeper my disappointment with the team, and it’s italglish on both sides, and he says it’s too bad and that he thinks the US has a lot of “‘art” and I’m thinking—well, actually they’re more artless and hard working and he touches his heart and says, ‘art—cuore. And that’s when Donovan scores in the 90th minute, and the announcer on the radio goes crazy, and we can’t believe it. We listened to the last two minutes of extra time nervously and then walked happily back to the station.

June 24- The next day is Napoli, and finally I have the opportunity to experience Italy’s most magnificent treasure: the Italian people. Unfortunately in Firenze and Roma, we only had time to visit the most famous of places like the Duomo and the Vatican, which are places that most Italians seem to avoid in late June, and which are flooded with people like us: lost tourists whose arms jut out at inopportune times with cameras, bags, and elbows. Napoli is located right at the edge of the water and we were able to walk right into the city unhurried and taking in all the narrow alleys draped with laundry and Italian flags, and walk up the boulevards filled with beautiful and expressive people and designer stores right next to discount stores. It was wonderful to buy Panini and pizze from the glass display cases along the road, and later to watch Italy’s final game (and shameful exit from the world cup) in the magnificent plaza de Garibaldi.

June 25, 26—We passed a sea day relaxing and jockeying with the Europeans for deck chairs as everybody was on the ship that day trying to broil their bodies under the Mediterranean sun. By night, it was fun to watch the third game that the Furia Roja (the Spanish national team) with a crowd of their well-wishers in the ship’s discoteque. There was a lot of knuckle and nail biting until David Villa scored a spectacular goal from 45 yards out, after which there was an explosion of deafening joy and a hopeful and enthusiastic support and the odd attack of nerves here and there for the rest of the game. Basically the Spanish team simply deprived the Chileans of the ball until the end of the game, and so Spain passed on to the round of 16. That night we travelled on, arriving in Mallorca the next morning, our last stop before the boat returned to Barcelona, and we would need to make a mad dash to Salamanca. Mallorca was totally relaxing—cars that actually stop for pedestrians as they cross, very patient and friendly locals—a beautiful old city with winding mediaeval streets leading down to the crystalline waters of the Mediterranean. It seemed very much like the natural habitat of a human being: mild weather, clean safe streets, friendly people, miles of twisting alleyways, great food, plenty of history and local culture and, of course, the sea. If I win the lottery in my 60s, Mallorca will be at the top of my list for retirement destinations.

Taking the cruise, in spite of the obvious disadvantage of having too little time in port to deeply experience any of our destinations, has been a great gift, and I feel truly lucky to have been able to enjoy the experience of visiting so many places in so condensed a time. Visiting these ineffable complex, wonderful places all within a week is like watching a montage of incredible images flash before your eyes and trying to absorb as much information as possible as each images clicks away and is replaced by another. It leaves you breathless and hungry and stuffed all at the same time. Photos to come.

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