viernes, 2 de julio de 2010
La ciudad de Salamanca
Salamanca es una ciudad de contrastes. Está lleno de viejas instituciones y también de estudiantes jóvenes. Los antiguos paredes y muros de la ciudad están marcados con las reflexiones políticas, filosóficas y personales de los arquitectos, artesanos, los anarquistas, y estudiantes que utilizan las herramientas que tienen disponibles, si se trata de cincel o pintura en aerosol. Se han cubierto el camino empedrado a lo largo del río Tormes con una pista verde y suave marcada para los ciclistas y corredores y la biblioteca pública que está ubicada en la antigua mansión de la Casa de las Conchas y está equipado con un techo de cristal moderna que permite al espectador ver las piedras antigua que una vez apoyaba el techo.
Para un visitante que ha vivido durante muchos años en un país que mide su historia en unos veinte décadas, es sorprendente ver (como lo hice en Barcelona a un exageradamente) una cultura que es viejo, pero que todavía tiene suficiente energía para ser creativo y progresiva después de veinte siglos.
En mis clases, se menciona frecuentemente la crisis de identidad que España sufrió en la generación del 98, cuando España perdió las últimas de sus colonias al final de la guerra española-estadounidense. Los españoles tuvieron que examinar y afrontar la realidad de su situación-de ser una nación que se había dado la espalda imperiosamente al continente europeo, creyéndose ser el gran poder que hacía tiempo había dejado de ser.
Aunque esta realización fue doloroso, la experiencia permitió a España convertirse en una nación que hoy respeta su historia, mientras acepta la innovación y, a menudo, y se ha convertido en una nación que permite tranquilamente que coexisten la vieja y la nueva.
Salamanca is a city of contrasts. It is filled with old institutions and young students. The ancient walls are marked alternatively with the political, philosophical and personal musings of architects, craftsmen, anarchists, and students using the tools that they have available, whether it is chisel or spray-paint. The cobblestones along the River Tormes have been covered with a smooth green trail marked for cyclists and runners and the public library which is housed in the ancient mansion of the Casa de las conchas is equipped with a modern glass ceiling that allows the viewer to see the ancient stonework that once held up the ceiling.
For a visitor who has lived for many years in a country that measures its history in about twenty decades, it is amazing to see (as I did in Barcelona to an exaggerated degree) a culture that is old but still has enough energy to be creative and progressive after twenty centuries.
In my classes, mention is frequently made of the identity crisis that Spain suffered in the generation of ’98—the era that Spain lost the last of its colonies at the end of the Spanish-American war. The Spanish had to examine and confront the reality of their situation—transformed from a nation that had imperiously turned its back on the continent of Europe, believing itself to be the great power that it had long since ceased to be.
Though this realization was painful, the experience allowed Spain to grow into a nation that respects its history while accepting and often embracing innovation, and has become a nation that calmly allows the old and the new to simultaneously coexist.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario