viernes, 9 de julio de 2010

Unamuno: A luchar con la incertidumbre




Seria muy difícil exagerar la sombra que Miguel de Unamuno proyecta sobre la ciudad de Salamanca. Rector Intermitente de la Universidad de Salamanca en partes importantes del siglo XX, su presencia se ha extendido hasta el siglo XI también. Sus nietos viven todavía en la ciudad, sigue preservado igual su clase a los días en que daba clases allí, su casa se ha convertido en museo, y su nombre está en cada boca de estudiante, profesor y guía de turismo en la ciudad. Unamuno caminaba por los pasillos y callejuelas de la ciudad que él amaba durante su vida, y su espíritu parece vagarse aquí todavía.



Es una figura interesante, tanto en la historia como la literatura, y hay muchas anécdotas acerca de lo que ha dicho y hecho. Una de las cosas más interesantes de Unamuno para mí, sin embargo, es su lucha con la fe. Fue intensamente introspectivo, luchaba con los paralelas y opuestas creencias del socialismo y la justicia social y la espiritualidad representada por la Iglesia Católica.



Me parece que un mensaje que impregna su obra es que ser un pensador crítico y un hombre de fe al mismo tiempo no es fácil. Para Unamuno, sólo los más valientes tienen el coraje de enfrentarse a sus propias dudas y incertidumbres. Pararse a la orilla del precipicio y decidir si tiene la habilidad de hacer el "salto de fe" (como la llamó Kierkegaard) se extiende sobre un campo minado física y espiritual.


En la clase de literatura, leímos algunos fragmentos de su importante novela San Manuel Bueno, mártir. En la historia, un sacerdote de aldea bien conocido por su vida santa muere y se le recomiendan para canonización. Sin embargo, antes de su muerte, le había confesado a un amigo ateo (Lázaro-el resecitado) su propia incapacidad de creer plenamente en la existencia de dios, aunque también cree que es necesario que sigue en el oficio de sus funciones como sacerdote y ser humano moral. Lázaro, pasó este secreto a su hermana devota (Angelita-La Mensejera), y ella tiene que decidir entonces qué hacer con el conocimiento de que este candidato a la santidad en realidad no cree en la existencia de Dios.


Hay un viejo dicho: "Lo que los ojos que no ven, el corazón no siente". Secretos, sin embargo, son objetos muy pesados. ¿Pero qué sucede cuando los ojos están abiertos, pero uno en su corazón no está seguro de lo que ve? La incertidumbre no es para cobardes.

La cita al comienzo del libro que Unamuno nos presenta es un reto importante: "Si solo en esta vida esperamos en Cristo somos los más miserables de hombres todos.” San Pablo, COR. I 15:191


Su ultimo discurso fue un desafio a los Franquistas: http://www.youtube.com/watch?v=EZcbhoq7iVU&feature=PlayList&p=9300A846ECD04AAB&playnext_from=PL&playnext=1&index=6

Grappling with uncertainty

The shadow that Miguel de Unamuno casts over the city of Salamanca cannot be overstated. Intermittent Rector of the University of Salamanca for important parts of the 20th century, his presence has extended well into the 21st century as well. His grandchildren still live in the city, his classroom is preserved, his home has become a museum, and his name is on the lips of every student, professor and tour guide in the city. Unamuno walked the halls and alleyways of the city that he loved in his lifetime, and his spirit seems to linger here still.

He is an interesting figure both in history and literature, and there are many anecdotes about things that he has said and done. One of the most interesting things about Unamuno for me, however, is his struggle with his faith. Since he was intensely introspective, he struggled with parallel and opposing beliefs in his attraction to Socialism and Social Justice and in the Spirituality represented by the Catholic Church.

It seems to me that one message that seems to pervade his work is that to be a critical thinker and a man of faith at the same time is not easy. For Unamuno, only the bravest of individuals have the courage to confront his own doubts and uncertainty. The choice to stand on the edge of the precipice and decide whether or not to take the “leap of faith” (as Kierkegaard named it) extends over a physical and spiritual minefield.

In class, we red some excerpts from his important novel San Manuel Bueno, mártir. In the story, a priest from a small town who is well known for his saintly life dies and is recommended for cannonization. Nevertheless, before his death, he confessed to a worldly atheist friend (Lazaro) his own inability to fully believe in the existence of god, although he also believed that he must continue to execute his duties as a priest and a moral human being. Lazaro in turn, passed this secret on to his devout sister (Angela), who then has to decide what to do with the knowledge that this candidate for sainthood does not in fact believe in the existence of god.

There is an old adage: “What the eyes that don’t see, the heart that does not feel”. Secrets, however, are very heavy objects. But what happens when your eyes are open, but in your heart you are uncertain about what you see? Uncertainty is no place for the fearful.

The quote at the beginning of the book that Unamuno presents us with is a challenging one: “Si solo en esta vida esperamos en Cristo somos los mas miserables de hombres todos.” San Pablo, COR. I 15:191 “If it is only a weak and uncertain hope that our life in Christ has given us, we are the most pitiful men in the world.”

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